Gianluca Scamacca tiene 22 años y es uno de los talentos que más promete de su generación. Delantero centro muy fuerte físicamente y técnicamente, ha crecido en las canteras de Lazio, Roma, PSV y Sassuolo, actual dueño de su ficha. En este curso milita en el Genoa, donde ha llegado cedido, y ha firmado ya nueve goles en 24 partidos. Se hizo notar también con la selección sub-21, gracias a sus 8 tantos en 14 presencias, y suena para el Milan, que podría ficharle como alternativa a Zlatan Ibrahimovic, cuya renovación está a un paso.
Este domingo Scamacca tuvo un enfrentamiento agrio ante los rossoneri donde terminó metiéndose un gol en propia. Con el 1-1 en el marcador, no defendió bien un córner dando la espalda al balón, que acabó rebotando en él poniendo por delante al Milan. Fue cambiado a los pocos minutos y se le pudo ver contrariado en el banquillo. Ante el Milan no solo tenía la oportunidad de brillar ante uno de sus pretendientes sino también ante uno de sus ídolos, Ibrahimovic, el cual estuvo en la grada debido a una sanción.
En una entrevista con ‘La Gazzetta dello Sport’ contó que el sueco ha sido su espejo desde pequeño: «En Holanda hacía un taconazo y me decían ‘¿quieres imitar a Ibra? Veía su video y pensaba: ‘Este se parece a mí’. Es broma…». El punta confesó querer la desfachatez de Ibra, la rapidez de Lukaku, la mentalidad de Haaland, la constancia de Cristiano, la elegancia de Dzeko, la eficacia de Lewandowski y la rabia de Suárez. Nada mal.
Dicen que es «malo», que tiene un carácter muy duro, pero según él es cuestión de apariencias: «Es por cómo me ven, aunque es verdad que en la cancha me transformo. Para ganar, estoy dispuesto a todo: a una carrera más o a «pegar» a un rival». Scamacca quiere jugar con constancia, «si juegas poco nunca coges el ritmo, es feo», pero dejó claro que aceptaría la llamada del Milan: «Si eres el sustituto de un campeón de 39 años que no puede jugarlo todo, el discurso cambia…».
Crecido en Fidene, un barrio popular de Roma, el punta reconoce haber sido un niño complicado: «Siempre la liaba. Una vez, en el cole, llamaron a mis padres diciendo: ‘Venid a buscar a vuestro hijo, cortó la luz de todo el edificio y se ha escondido, nadie lo encuentra». En la Roma también «peleaba con todos», mientras que la experiencia en Holanda le sirvió para calmarse: «Tenía 16 años y los compañeros me veían raro. Ya tenía tres o cuatro tatuajes, ellos eran limpios y perfectos. Para ir a tomar un helado juntos, se lo tenías que pedir 10 días antes».
Hoy, Scamacca se define como «un joven que trabaja para sacarle provecho a todo su talento, que sabe que para lograr grandes cosas hay que tomar riesgos, saber destacar». Sin embargo, no piensa que el éxito le haya cambiado. Al menos, no con su gente: «Le dije a mis padres que si un día me ven distinto, deben cerrarme en una habitación y darme bofetadas».www.camisetasfutbolbaratases.com